"Biblioteca Popular Florentino Ameghino, una olla popular libresca para atenuar la hambruna cultural que nos aqueja"

Dante Balestro

jueves, 4 de octubre de 2012

Los 100 años de Don Dante



Dante Balestro
(05-10-1912  -  11-12-2004)
Muchos pensamos que debiéramos recordar y homenajear a nuestros próceres en el día de su natalicio y no en  el de su muerte, como es costumbre en nuestro país.  Por ésta razón,  es que en la Biblioteca Florentino Ameghino festejamos en el mes de octubre el nacimiento de Don Dante Balestro, más precisamente el día 5 que es el día del camino, camino que él transitó a punta de ética y comportamiento sin igual.
Don Dante fue un ejemplo  cabal de lo que llamamos "persona".  Entre los tantos lamentos que se escuchan por doquier, se halla aquel que dice: "Los jóvenes de hoy son así (no se que quiere decir así) porque  no tienen buenos modelos". Más allá de pensar que los que andamos precisando modelos somos los adultos, aqui les presento uno que no está en el bronce ni nació bajo la tutela de una estrella milagrosa.  Nada de eso.  Vió sus primeras luces en La Tierra delFuego, en un hogar de gente humilde y de trabajo.  Alrededor de la mesa hogareña, junto a sus hermanos, recibió de sus padres la educación que guiaría los actos de su vida por más de noventa y tantos años. Tuvo una infancia feliz, concurrió a la escuela hasta sexto grado y nunca olvidó a sus maestras.
   Hace noventa años, las cosas no eran fáciles (como nunca lo han sido) para la gente  humilde. Así pues, don Dante vivió durante un tiempo con unos tíos en Mar del Plata donde, con solo catorce años, trabajó como cobrador de la luz; por lo visto, ya era una persona confiable.
   Vuelto a Junín, el hijo de un maquinista ferroviario tenía casi signado su destino y mientras esperaba el nombramiento como obrero del riel, supo andar de pescador,  tiró de la maleta juntando maíz y fue bolsero por Laboulaye. Finalmente, a los veinte años entró al ferrocarril como lava-máquinas y no paró hasta maquinista y aún instructor de maquinistas.  Aunó su experiencia con la teoría, ya que ésta nunca le fue ajena.  Era un obrero esclarecido y comprometido, tanto en su trabajo específico como en las luchas obreras; un hombre cabal, a quien la distinción de Ciudadano Ilustre le quedaba chica.
  Desde luego  -no podía ser de otra manera-, Don Dante conoció los calabozos y fue dejado cesante. ¿Qué hizo entonces?. Lamentablemente, no reci  bió algún subsidio por desempleo y tampoco fue puntero de algún comité de morondanga sino que, para llevar el pan a su mesa, ejerció el oficio de albañil, frentista, sastre y vendedor ambulante por las estancias. Por fin lo jubilaron ... con la vergonzosa cifra con que, históricamente, hemos recompensado a nuestros conciudadanos.
   Hasta aquí, una vida honrosa y ejemplar como la de tantos y tantos compatriotas; pero Don Dante hizo algo más: fue un autodidacta, un hombre ilustrado en una época donde, para un obrero, el acceso a los libros era casi una utopía. Estudió en soledad y pudo hacerlo porque, entre otras cosas, su padre le enseñó a amar el conocimiento por el conocimiento mismo y no el conocimiento como un instrumento útil solamente para ganar dinero o posición social. Saber por el placer de saber  y amor por sus semejantes para transmitir ese saber, tal como lo hizo, desinteresadamente, el montón de años que estuvo al frente de la Biblioteca Florentino Ameghino de la cual fue, y será, su alma mater. Poseía ese saber que cuando yo lo conocí se llamaba SABIDURIA.
    Por todas esas cosas y otras más,  en el centenario de su nacimiento, por mi y por muchos, gracias MAESTRO, gracias Don Dante.
                                                           
                                                                   Manuel Retes

Novedades de Octubre!


La guerra de Malvinas contada por sus propios participantes, relatos de lo más oscuro de la historia argentina contemporánea reunidos en este libro y editados por la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires.



Joaquín era un chico brillante, nacido en Monte Caseros, Corrientes, en agosto de 1955, pero radicado en La Plata a los 13 años. Hizo el secundario en el Colegio Nacional Rafael Hernández y llegó a ser parte de la conducción de la Unión de Estudiantes Secundarios. A Juan, un amigo de la infancia, le confesó en un tórrido verano en su pueblo, que quería estudiar una carrera corta para ponerse lo má
s pronto posible al servicio del país. “Quiero a mi patria/ como a mi propia vida”, escribiría un poco más adelante en una libreta roja, destinada a ser también su testamento. En 1973, ingresó a una carrera larga que jamás terminaría, Medicina, y un año después conoció a Adela, la compañera que le dio su único hijo. Se sentía un cuadro Montonero hecho y derecho, en lo práctico y en lo teórico, dicen sus textos. En 1976, un hermano suyo, Iñaki, que había sido una de sus referencias políticas, murió en combate. Por Iñaki –así se llama también hoy el nieto que no conoció– escribió: “Te fuiste para dejarnos/un hueco y un compromiso”. A él mismo lo apresó un grupo de tareas, a fines de junio de 1978, apenas terminado el mundial de fútbol, en una cita cantada en Capital Federal.

Areta no publicó libro alguno en su corta vida, repleta de sueños truncos, pero guardaba una pequeña obra, escrita en el fragor de la vida de militante, en una libreta roja. Su compañera de entonces, Adela Segarra guardó para el futuro aquella libreta “Apuntes” marca Norte número 402.40, industria argentina, hoy llena de hojas amarillentas, algunas de las cuales estaban sueltas.

La conservación de aquella libreta roja, que durante muchos años fue un tesoro familiar, según cuenta el hijo emocionado que hoy es el treintañero Jorge Ignacio Areta, permitió una recuperación de sus textos principales, que generó que el año 2010 apareciera el libro Siempre tu palabra cerca, un poemario de Joaquín.



Una historia de amor online, para leer, chatear y enamorarse. Ella: A Caro (Luciérnaga) le gusta leer, no suele ir a bailar, pero su amiga Melisa se las ingenia para que salga y conozca chicos. Él: Tomás (Gusano Empantanado) juega al básquet, le encanta dibujar y encuentra en la Web una manera de conocer gente. Ellos: Luciérnaga y Gusano Empantanado se conocen un día en un chat y descubren que tienen cosas en común. Pero, ¿podrán superar las diferencias? Un libro que nos lleva a conectarnos con las dificultades de ser adolescente en el mundo de hoy. Una historia a tono con los nuevos medios de comunicación de los adolescentes.



Un rutinario trayecto en bicicleta, la conversación con un amigo, el primer poema de amor parecen, enunciados, temas de redacción que sólo pueden trasmitirnos emociones comunes ya sentidas y dichas. No cuando los cuenta un narrador como Antonio Dal Masetto. Los pormenores y matices de una relación encuentran en él un intérprete sutil y lacónico, que parece apuntar los comentarios menos previsibles
, los que siempre se nos escapan. Con una nostalgia que nunca amenaza bordear el sentimentalismo, con una economía que bien sabe el valor significativo del silencio, con unos pies de plomo que son la quintaesencia del pudor narrativo pero también el arma secreta de su poder de sugestión, Antonio Dal Masetto evoca anécdotas, articula escenas y arma así relatos que surgen o se esconden dentro de nítidas y entrañables evocaciones.. No interpreta los hechos, pero no se resigna a que los colores puros de la memoria personal puedan extinguirse en una crónica falseada por el tiempo, la pereza o la vocación de olvido de ciertas cosas.
Quien lea El padre y otras historias encontrará en él muchos de los temas que informan la narrativa del autor de Bosque. Y encontrará también inflexiones y matices secretos, una variedad de recursos que hacen de los relatos de Antonio Dal Masetto un territorio de admirable riqueza narrativa y emocional.


El ensayo de Pierre Kaufmann es un intento precursor para formular una caracterología del político, recurriendo para ello a los más finos instrumentos de la indagación psicoanalítica, tal y como fuera desarrollada originalmente por Sigmund Freud y, asimismo, a la luz de lo avances más recientes en ese campo. En el decurso de la historia, los políticos han desplegado en muchas ocasiones una volunta
d visionaria, cuya raíz ha de buscarse en el inconsciente que ellos ponen de manifiesto. Conservadores, reformistas o revolucionarios, los hombres de Estado organizan el edificio social de acuerdo con sueños de fuerza irreductible; su poder duplica la escena psicoanalítica -edipiana- en el vasto espacio de la sociedad. En Lo inconsciente de lo político quedan al descubierto, descifrándose bajo la lectura atenta, las ilusiones de culpabilidad colectiva que le dan cimiento a tantos proyectos políticos y a infinidad de decisiones que afectan al conjunto de los seres humanos. Pierre Kaufmann ha ensayado de una manera lúcida y sistemática las vías de aproximación a estos fenómenos.



Este no es un libro escrito exclusivamente para psicólogos, sino para todo aquel que se interese en el dolor y en la posibilidad de superarlo. Sus protagonistas no han sido el fruto de un capricho literario, sino que los he visto desgarrarse, reír, llorar, frustrarse y enojarse en mi consultorio "semana tras semana", escribe el licenciado Gabriel Rolón en el prólogo de Historias de diván.
De esta 
manera, los "ocho relatos de vida" que componen este libro están basados en casos reales.
En sesiones en las que analista y paciente llegan a un acuerdo para encarar juntos uno de los caminos más duros: el que lleva a la verdad como único instrumento para destrabar el dolor.
Celos, anorgasmia, duelos, infidelidad, culpa -todos sentimientos y sensaciones tan a flor de piel en estos "tiempos modernos"- son algunos de los temas sobre los que Gabriel Rolón (reconocido también por su participación en programas de radio y televisión) despliega su personal manera de entender el psicoanálisis. Una dinámica que presta su oído atento y humano a historias que van de la risa al llanto y de la pena a la alegría sin perder nuca su rumbo íntegro en un libro indispensable.




Nito nace en Buenos Aires el día en que muere Juan Domingo Perón, julio del 74. Su infancia es una infancia como tantas, retorcida, inclemente, hecha de amores posibles e imposibles, aprendizajes y terrores, contra el fondo de la turbulenta historia argentina. Sus primeros años quedan marcados, además, por la muerte confusa de los suyos: su padre, su abuelo. Y Nito se siente cada vez más fascinado
 por ese tránsito, más acosado por las dudas: ¿cuál es nuestra relación con los muertos? ¿Se puede mantener el contacto con ellos? ¿Siguen entre nosotros? Años después, cuando se encuentre con el Pastor y se vuelva su arma más afilada, el invento de los living le permitirá aventurar una respuesta –provisoria, frágil– a esas preguntas sin respuesta posible. Con Los Living, el gran escritor argentino Martín Caparrós se adentra en nuestra relación con la muerte, con los muertos y su desaparición de nuestras vidas. Los Living es una historia que va de la farsa a la tragedia –y viceversa– sin perder nunca la mirada afilada, la emoción, la prosa sorprendente. Una novela osada, deslumbrante, llena de humor y de tristezas, que nos propone una ácida visión del mundo contemporáneo, de sus dobleces y desconciertos, de sus silencios fundamentales.



Un hombre gastado por la melancolía viaja entre pueblos inhóspitos vendiendo artículos de dudosa necesidad. Sólo un puñado de recuerdos lo acompaña: la muerte de su padre, el noviazgo y el matrimonio con la mujer que ahora lo humilla, ajena y rencorosa, en le bufete del abogado, y los sueños perdidos de convertirse en poeta.
Un día, en la habitación de un hotel de provincia, encuentra una carta ap
asionada que cambiará el rumbo de su vida. ¿Es posible amar a alguien sin conocerlo o es esa ignorancia, precisamente, la que hace posible el amor?
Con una prosa brillante en la que no faltan el humor, el grotesco y la poesía, el autor de Luz de las crueles provincias entrecruza los destinos de un hombre y una mujer que parecen haber sido olvidados por Dios y por el resto de los hombres. Una novela que confirma el lugar privilegiado que Héctor Tizón ocupa en la literatura argentina.